Mensajes del corpus tradicional

El maestro y la verdad

Ọ̀rúnmìlà:

Òsá Òtùrá dice: «¿Qué es la Verdad?» Yo también pregunto: «¿Qué es la Verdad?»

Ọ̀rúnmìlà responde: «La verdad es el señor del cielo organizando la tierra…».

Òsá Òtùrá repite: «¿Qué es la verdad?» Yo digo: «¿Qué es la verdad?»

Ọ̀rúnmìlà responde: «La verdad es lo que el gran Dios Invisible utiliza para organizar el mundo».

La sabiduría que Òlòdúmàré emplea es grandiosa e insuperable. Òsá Òtùrá insiste: «¿Qué es la verdad?» Yo pregunto: «¿Qué es la verdad?»

Ọ̀rúnmìlà dice: «La verdad es el carácter de Òlòdúmàré».

La Verdad es la Palabra que nunca falla… Ifá es la Verdad. La Verdad es la palabra que nunca se corrompe, el poder del Todopoderoso, la bendición eterna. Este fue un mensaje divino para la humanidad. 

Se les dijo que defendieran a la verdad, para que el mundo la conociera desde su nacimiento y así les fuera fácil ser sinceros y no vivir en la mentira impuesta o caer en el pensamiento que conduce a la mentira interior.

Canción:

Sé sincero, sé honesto, sé sincero, sé honesto. Los poderes celestiales solo bendicen a los honestos. – Òsá Òtùrá

La sabiduría es como un camino que va en diferentes direcciones. Por lo tanto, nadie puede ser el guardián de la verdad absoluta. Así como los niños son sabios, también lo son los adultos. Este era el principio básico de organización y gestión de los asuntos estatales en la prístina sociedad Yòrúba – Òbàrà méjì.

La Verdad, está sujeta a la sociedad en la que se reflexiona sobre ella; depende de la historia, la educación del individuo, las consideraciones emocionales y los filtros de creencias incorporados en la mente desde su nacimiento en esta última encarnación.

Ọ̀rúnmìlà propone que la verdad es la gestión de Òlòdúmàré. ¿Cómo llevamos ese enunciado a la realidad tangible y cotidiana de la humanidad? Lo define como una revelación que efectivamente hace al ser humano próspero y realizado en su misión en la vida, lo que no lleva a la individualidad del sujeto. 

El oráculo es el único que posee la fuente de la verdad. (tengamos en cuenta, de que, en la antigüedad nadie osaría en manipular oráculo alguno si previamente no fue escogido, entrenado, probado y verificado por los ancianos de la aldea, a modo de habilitarlo para manipular el oráculo ancestral. Es de ahí en el corpus tradicional nos expresa que solo el oráculo es fuente de verdad. Hoy, en el primer cuarto del siglo XXi, debemos hacer ese tipo de aclaraciones) Nota: esta web no se hace responsable de los procesos y revelaciones oraculares de ninguna persona, no se encuentre debidamente acreditada y verificada para la interpretación de, el o los oráculos tradicionales. 

Ọ̀rúnmìlà:

Dijo: Estoy gruñendo porque quiero saber si alguno de mis colegas que cree conocer el principio y el final de las cosas puede hacer valer esta afirmación. Mi discusión con Ògún, Ṣangó y otros, mostró claramente que no conocían el principio y el final de todas las cosas. Cuando se volvieron hacia mí y dijeron; «Bàbá, ahora aceptamos que eres el único que conoce el final de todo», les contesté: «Yo mismo no sé estas cosas». Para recibir instrucciones sobre este asunto, debes acudir a Òlòdúmàré a través de la adivinación, porque solo “Él”, es el poseedor de ese tipo de sabiduría”. – Ejì Ogbè

Nuestro maestro siempre nos conduce a la humildad interior, a la visión ampliada de que un mensaje divino puede llegar a nosotros a través de cualquier miembro de nuestro entorno directo. 

Ostentar la sabiduría solo nos hace más ignorantes. Aferrarnos a un conocimiento nos limita la expansión y obstaculiza la futura adquisición de nuevos conocimientos.

El agua, como el polvo, no se puede contar. Quien diga que lo sabe todo y que es sabio en todo, se engaña a sí mismo. Una persona que no consulta a otros es considerada sabia solo en una ciudad de necios. 

Un día, Ọ̀rúnmìlà y sus discípulos se encontraron con un grupo enemigo. Intentando todo lo que pudo, Ọ̀rúnmìlà no encontró una salida a la situación. Luego preguntó a sus discípulos: «¿Me están mirando?» Ellos respondieron: «Maestro, pero es a usted a quien corremos cuando tenemos dificultades». 

Luego replicó: «¿Por qué entonces te enseñé cómo llegar a la sabiduría?»

Al final, fueron los discípulos quienes unieron sus cabezas y encontraron una solución al problema. – Òwónrín méjì

La transmisión de conocimiento es la inmortalidad del maestro; la aplicación de ese conocimiento por parte de sus alumnos es la perpetuidad de una inspiración divina que atraviesa las barreras del tiempo y se hace productiva de generación en generación. Así como el sistema Ifá es una cadena indisoluble de informaciones que no solo orienta al consultante y a los devotos, sino que, a través de la orientación a un sujeto, se extiende en forma de bendición ampliada a su familia, sus amigos, sus círculos de socialización, generando una onda expansiva de bendiciones que deberían llegar incluso a aquellos que nunca consultarán al Awo (adivino, sujeto hombre o mujer entrenado y verificado en el arte de la interpretación oracular).

Ninguna persona sabia puede atar agua al borde de una envoltura de tela. 

Ninguna persona con conocimientos conoce la cantidad de arenas en la tierra. 

Ningún viajero puede llegar al fin del mundo. 

Un cuchillo afilado no puede tallar su propio mango. 

Este fue el principio descubierto por Ọ̀rúnmìlà cuando, en lugar de correr tras el dinero, buscó beber de la fuente del conocimiento. Después de este descubrimiento, fue declarado el más sabio de todos los Òrìṣà.

En este verso, se personifica el dinero como aquello que hace al sujeto independiente, y así, supuestamente no necesitar de nada ni de nadie. 

Para el concepto Ifá del desarrollo humano, esto es una contradicción.  El dinero es necesario para el confort de la vida y muchas veces para hacer cosas buenas para la sociedad. Ifá nos enseña que la vedad de la existencia humana no se puede basar solo en la búsqueda del dinero, sino que también en las interacciones humanas que darán oportunidad a los nuevos, conocer de los mensajes de los viejos, para así fortalecer y facilitar su estancia en el mundo físico de la existencia. 

En las familias tradicionales, la interacción entre las nuevas generaciones y las generaciones de ancianos es una constante inalterable, dado que es palabra viva, del maestro Ọ̀rúnmìlà que así se manifiesta hasta nuestros días. Un Awo por sí solo no construye una granja, un Awo por sí solo no modifica la realidad de un pueblo.

El maestro, Ifá y el debido proceso…

En contraposición a los criterios occidentales de “aprendizaje acelerado – autoproclamación de autonomía – ejercicio libre de las herramientas litúrgicas”, dentro del sistema Ifá tradicional, esto es un desorden, una anomalía sistémica. Es por ello que en occidente vemos tanta mala praxis dentro de la esfera del desarrollo de las tradiciones Òrìṣà e Ifá, tanto tradicionales como de la diáspora.

Ọ̀rúnmìlà:

Para establecer una sabiduría sólida, primero debemos involucrarnos en reflexiones serias y así eliminar las semillas de la confusión. Las decisiones convincentes son el resultado de un pensamiento profundo sobre los conceptos y creencias por los que vivimos. Cualquiera que siga a una persona no reflexiva se arrepentirá y al final se morderá los dedos. – Òwónrín méjì

La interlocución entre los miembros de una comunidad es el mecanismo funcional de la dinámica Ifá ancestral. Muchas veces nuestros iniciados han escuchado sobre lo importante que es la intervención de todos los Awo’s (devotos portadores del misterio) en un acto iniciático o consagratorio dentro de Ifá, pues una muestra de ello se refleja en este verso. A Ọ̀rúnmìlà le agrada la invocación colectiva de los conceptos y revelaciones de Ifá, porque es la forma en que Òlòdúmàré instruyó a nuestro padre Ọ̀rúnmìlà Bàrá mí Àgbọnnìrègún, para que funcionemos como colectivo deliberativo y así acceder a la mejor solución ante cualquier situación u orientación particular. 

A medida que transcurren los días, los seres humanos se vuelven más sabios

Este es el principio fundamental que guio, en tiempos antiguos, a aquellos que se decían: 

«No sé todavía qué hacer», que no sabían qué hacer con respecto a un determinado asunto. Reflexionó y se quedó dormido. Al amanecer, llegó la iluminación y supo qué hacer. Entonces, dejemos que el día suceda al día; si esto no es suficiente, dejemos que el mes suceda al mes. A la larga, uno podría, a través de continuas reflexiones, encontrar soluciones a la mayoría de los problemas desconcertantes de la existencia humana. – Ìwòrì Ìròsún

Se supone, según el legado de los antiguos, de que volvemos a la tierra para aprender, expandir nuestra consciencia, ser más elevados. Algo ha sucedido, a lo largo de la historia, donde la humanidad ha perdido el sentido de la búsqueda de la verdad que les hace únicos.

La razón original de la encarnación en los cuerpos creados para ser habitados por nuestros espíritus radicaba en la elevación constante de un estado de consciencia que nos condujera directamente al encuentro con el creador. Nuestro creador pretendió para nosotros el arte de gozar de las bendiciones espirituales aquí en la tierra, en el estado físico de la existencia. Sin embargo, la humanidad ha perdido la orientación, y lo que se percibe es una degradación generalizada en la capacidad natural y primordial de los creados hacia la elevación mediante la reflexión, meditación y contención, para ser depositarios de inspiración divina.

El primer Elempe  (líder regional)  fue acusado de mentir y asesinado porque no aclaró su declaración: «La calabaza es más pesada que la loza«. – Òsá Òtùrá

Quienquiera que busque el conocimiento sobre el concepto Ifá de la Verdad, primero debe aprender a ser claro en sus conceptos, no solo en palabras, sino también en actos y vibraciones transmitidas. 

Las vibraciones transmitidas no se corrompen, pero su interpretación por parte del receptor está sujeta a su estado de claridad mental y su alineación con las sabias enseñanzas de los ancestros. Si no estamos claros, si buscamos autoafirmación en lugar de claridad interior, caeremos en la maldición de la falsedad. Un individuo con defectos en su carácter debe acercarse al sacerdote o adivinador que sea capaz de descubrir esas faltas y que ofrezca sacrificios con la debida reverencia, para que la verdad sea revelada y el carácter sea restaurado.

EL DESTINO HUMANO

Ọ̀rúnmìlà:

Todo ser humano enviado por Òlòdúmàré (Dios) a la tierra debe primero elegir la bendición que desea en la casa de Òrìṣà (divinidades ancestrales), con la única condición de que no puede elegir mucho de una y nada de todas. Cualquiera que sea la preferencia de una persona, ya sea riqueza, esposas/os, progenie o cualquier forma de prosperidad, la elección es libre e ilimitada, excepto por el protocolo de que, no debe escoger una sola bendición por individuo, antes de encarnar. Nuestra elección celestial determina nuestra vida terrenal; una mala elección arriba resulta en sufrimiento abajo. – Òtùrá méjì

El sistema de adivinación Ifá está diseñado no solo para revelar el origen de la vida en la tierra y la epopeya de los Òrìṣà (ddivinidades), sino también los avatares del propio Ọ̀rúnmìlà (maestro profético). 

El oráculo, es una herramienta poderosa para el “recuerdo”; en cada registro de Ifá se revela un segmento de aquello que el sujeto eligió en el cielo antes de volver a la tierra. ¿Cuál es el camino? ¿Estamos conformes con nuestro camino? La insatisfacción, la frustración, el deseo, y la búsqueda incesante de ese “algo” que nos falta, supuestamente para ser felices. El oráculo orienta para que la persona no caiga en la frustración de correr detrás de quimeras, caminos o alternativas inciertas que no escogió para sí mismo, como hoja de ruta para su realización en la tierra, antes de dejar el cielo.

Las hojas de Epinnrin caen suavemente porque son livianas. Las hojas pesadas de Poróporó aterrizan con un ruido sordo, mientras que las de gúngún golpean el suelo con una reverberación como de trueno. Lo mismo ocurre con los hombres: todos mueren como viven y todos tienen éxito en su actuación.Ọ̀yẹ̀kú méjì

LA MUERTE

Temor a la muerte: solo repites en el mundo espiritual los mismos miedos y fantasmas que te atormentaron en el mundo físico. Ọ̀rúnmìlà nos enseña que el miedo a la muerte es una pérdida innecesaria de energía vital que podemos aprovechar para ser felices en la tierra.

Ọ̀rúnmìlà:

La muerte después de una larga vida feliz es gloriosa.

Si vivimos mucho y morimos en la pobreza y la desgracia, no conseguimos nada más que dolor. [Por tanto], siempre que llega la muerte, los fieles deben aceptarla y agradecer por una vida bien vivida.

Al contemplar este problema, algunos ancianos consultaron a Ọ̀rúnmìlà para obtener una respuesta al acertijo: «¿Por qué el hombre debe sufrir la muerte sin excepción?»

Su respuesta fue que el creador otorgó la muerte a los seres humanos como una bendición.

El ser humano es como un cuerpo de agua: si el agua no fluye, se convierte en una piscina estancada y sucia. De la misma manera, si los seres humanos vivieran para siempre, sin muerte ni reencarnación, se volverían débiles e inválidos. A medida que el agua corre hacia el mar y se evapora, deja atrás las impurezas para volver a caer como agua de lluvia pura. Asimismo, el anciano, como una semilla, muere para reencarnarse en un cuerpo fresco y con buen carácter. Los ancianos se fueron con el entendimiento de que la muerte no necesita ser vista como un evento triste.Ọ̀yẹ̀kú Ọṣẹ

Cuando Ọ̀rúnmìlà se refiere a “pobreza y desgracia”, alude a una vida sin mérito, una vida que no ha dejado legado alguno, una vida que no ha repercutido favorablemente en otros; eso es desgracia, eso es pobreza. El regreso al mundo de los antepasados no requiere riquezas materiales, sino riquezas referidas a las buenas obras, buen comportamiento y buen carácter adquiridos en la tierra. La vejez extrema priva al individuo de la libertad de autodeterminarse, de la expectativa de soñar y crear. Según el corpus de Ifá, el ser humano es una composición de agua (elemento por excelencia en el planeta) y una mezcla de polvo cósmico. Cuando el agua contenida en forma de cuerpo humano, o envase del espíritu, deja de vibrar en una sintonía armónica, o cuando esa agua ya ha cumplido con su propósito, se desvanece en forma de falla sistémica, provocando el deceso del cuerpo físico, por lo cual el espíritu habrá de regresar a su casa original, hasta que elija volver en un nuevo envase.

Se necesita un conocimiento sólido de una situación, para encontrar una solución adecuada, el corpus tradicional nos dice:

La gente del campo conoce a la gente de las ciudades, los vivos y los muertos se encontrarán de nuevo del mismo modo que las termitas se dispersan para reunirse. Aquellos que lloran por los muertos no aprecian este principio. Las personas que mueren solo regresan a su lugar de origen. ¿Para qué sirven las lágrimas? ¿Para qué sirve el dolor? ¿Para qué sirve levantarse y caer? ¿Por qué negarse a comer? El que nos envió de viaje nos pide que regresemos a casa.Òtùrá Òwónrín

Cuando los mayores de Odúmọla hablamos del desarraigo, del desprendimiento, o cuando muchas veces quienes nos siguen han escuchado decir: “la muerte no existe”, “no teman a la muerte, es solo un tránsito necesario para la elevación y la reflexión”, aquí tenemos en la palabra revelada de nuestro maestro Ọ̀rúnmìlà una explicación para no temer a la muerte. Todos nos encontraremos de una u otra forma nuevamente, todos haremos los mismos viajes, y todos experimentaremos el maravilloso recuerdo de que nuestra casa original no es precisamente el planeta tierra. Todo lo que hagamos durante nuestra estancia en la tierra impactará directamente en nuestra evolución al regresar a nuestro hogar en el mundo de los antepasados.

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